Horacio Anasagasti: Pionero del Automovilismo Argentino y su Legado en la Industria
Nacido el 18 de julio de 1879, Horacio Anasagasti fue un ingeniero argentino de origen vasco, apasionado por los automóviles. Se graduó en 1902 en la Universidad de Buenos Aires y trabajó en la industria automotriz. En 1907, viajó a Italia para capacitarse en la fábrica Isotta Fraschini. Al regresar a Argentina, representó marcas europeas y se convirtió en un referente del sector.
En 1909, fundó Anasagasti y Compañía, incursionando en la mecánica automotriz, aeronáutica y agrícola. En 1911, fabricó el primer auto argentino, el Anasagasti, con el que compitió exitosamente en carreras nacionales e internacionales bajo el seudónimo «Samurái».
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Anasagasti: El Primer Auto Argentino en Serie
La fábrica de Anasagasti, ubicada en la actual Avenida del Libertador en Buenos Aires, comenzó atendiendo motores de autos, aviación y maquinaria agrícola, con el objetivo de reemplazar progresivamente los insumos importados por producción nacional.
El taller contaba con tecnología avanzada para la época, incluyendo maquinaria impulsada por un motor eléctrico. Además, se destacaba por su trato ejemplar hacia sus 20 empleados, en su mayoría inmigrantes europeos.
Anasagasti presentó sus primeros componentes en la Exposición Internacional de Ferrocarriles y Transportes Terrestres de 1910, donde recibió el Gran Premio por su caja de velocidades y motor de cuatro cilindros. Ese mismo año, viajó a Europa para contactar proveedores.
En enero de 1912, comenzó la producción en serie con modelos equipados con motores Ballot de 12 hp, carrocerías doble phaeton y landaulet, y un innovador sistema de financiación en cuotas. Así, Anasagasti se consolidó como pionero de la industria automotriz argentina.
Éxitos Deportivos en Europa
Horacio Anasagasti demostró la confiabilidad de sus autos compitiendo en varias carreras europeas entre 1912 y 1913.
En julio de 1912, un Anasagasti ganó la exigente prueba París-Madrid (1515 km). Tras la victoria, Anasagasti obsequió un auto al rey Alfonso XIII de España. En septiembre de 1912, otro Anasagasti, conducido por el ingeniero Brown, se ubicó entre los ganadores del Rally de San Sebastián.

no de los tres modelos Sport de 15 HP participantes del Tour de France entre febrero y marzo de 1913
En 1913, la marca argentina enfrentó el desafiante Tour de Francia (5500 km) con tres autos de 15 hp, pilotados por Brown, el marqués D’Avaray y Jacques Repousseau. Los autos finalizaron entre los primeros sin penalizaciones, superando a fabricantes europeos y estadounidenses.
Tras estos éxitos, los autos Anasagasti continuaron compitiendo en Argentina hasta 1920, consolidándose como pioneros del automovilismo nacional.
La Sombría Primera Guerra Mundial
El sueño de Horacio Anasagasti se vio truncado por dos factores clave: las dificultades financieras derivadas de los retrasos en los pagos de los clientes y el impacto de la Primera Guerra Mundial, que interrumpió el suministro de insumos europeos.
Sin posibilidad de reemplazarlos localmente, la producción se volvió inviable. En 1915, la fábrica cerró sus puertas. A pesar de la crisis, sus empleados, en muestra de gratitud, siguieron trabajando sin cobrar hasta 1916. Anasagasti decidió liquidar la empresa, habiendo fabricado unas 50 unidades, marcando el inicio de la industria automotriz argentina.
Tras su retiro, se estableció en Bariloche, contribuyendo a la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi. Falleció en 1932, pero su legado perdura en la historia del automovilismo argentino.
Catana: El Renacer de una Leyenda
En un mundo dominado por la digitalización y la electrificación, hay nombres que resurgen para recordarnos el verdadero espíritu del automovilismo. Anasagasti, la primera marca de autos fabricados en Argentina, revive con el modelo Anasagasti Catana.
Un Homenaje a la Pasión y la Artesanía
El Catana no es solo un automóvil; es una declaración de principios. Inspirado en la época dorada del diseño de superdeportivos europeos, pero con ejecución moderna impecable, este bólido nace de la fusión entre tradición y vanguardia. Cada unidad se crea bajo una filosofía artesanal, con producción limitada a solo cinco autos por año, asegurando que cada Anasagasti Catana sea una obra de arte sobre ruedas.
Bajo su carrocería de fibra de carbono, late un motor V8 atmosférico de disposición central, un guiño a los autos de competición más emblemáticos de la historia. La conducción es pura: palanca de cambios con compuertas de inserción, tracción trasera, dirección directa y un chasis diseñado para transmitir cada sensación del asfalto al piloto.
El Espíritu del Samurái
El nombre Catana rinde homenaje a Horacio Anasagasti, quien en 1911 conquistó la carrera Rosario-Córdoba-Rosario bajo el seudónimo de El Samurái. Al igual que un guerrero fiel a su código, el Anasagasti Catana encarna honor, respeto, valentía y precisión. No es solo un auto; es una herramienta creada para el piloto que busca una conexión auténtica con la máquina.
Más que un Auto, una Filosofía
El Catana representa un antídoto contra la producción en masa. Cada detalle se trabaja cuidadosamente con materiales de la más alta calidad: metales moldeados a mano, cuero argentino seleccionado y paneles de madera esculpidos con precisión artesanal. Este vehículo está diseñado para ser atesorado, no solo por su dueño actual, sino por las futuras generaciones que continuarán la pasión por el automovilismo puro.
El Anasagasti Catana no solo representa un hito en la historia automotriz argentina, sino que también lleva en su esencia un símbolo profundamente arraigado en nuestra identidad: el Ceibo. Este árbol, con sus llamativas flores rojas, no solo es la flor nacional de Argentina, sino que también encierra una historia de resistencia y coraje.
Según la leyenda, Anahí, una joven guaraní, fue injustamente condenada por los conquistadores españoles y, al ser consumida por las llamas, su espíritu renació en la forma de este árbol majestuoso.
Esa misma fuerza y determinación son las que inspiran el carácter del Anasagasti Catana, cuyo color de lanzamiento evoca el rojo vibrante del Ceibo, rindiendo homenaje a la pasión y el espíritu indomable que definieron el nacimiento de la industria automotriz en Argentina.
Esperamos con ansias que el Anasagasti Catana resurja con la fuerza y precisión de un Samurái.
Textos: © Ing. Dario Bakus para TargaSport
Fotos: © TargaSport, Anasagasti, otras Unknown
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