Mas de cuarenta años después de aquellas inolvidables mañanas argentinas en las que el país entero madrugaba para ver a Reutemann en la Fórmula 1, una nueva ilusión comienza a encenderse en los corazones argentinos.
Esta vez, el protagonista es otro: Franco Colapinto. Aunque los tiempos han cambiado, la emoción de ver a un piloto nacional competir al más alto nivel sigue intacta.
Hoy, como en aquellos domingos de los ochenta, la pasión por el automovilismo revive con fuerza, prometiendo hacernos soñar de nuevo con la celeste y blanca en lo más alto.
Este articulo esta escrito en primera persona, no es lo habitual en nuestros artículos, pero éste busca graficar momentos, sentimientos, pasiones. Usa expresiones “argentinizadas”, les pedimos disculpas si nos lees desde otro país.
Una mañana de domingo
Algún Domingo de Octubre de los Ochentas sonó el despertador muy muy temprano. Papá se levantó como un rayo, se lavó la cara y a los diez minutos con el Renault 6 ya estaba en la puerta de la panadería.
El control de canales de la tele blanco y negro giró haciendo Crack! Crack ! Hasta que se paró en la señal indicada.
Se acercó hasta mi habitación para decirme: Christian! en diez largannnn! Y yo salté de la cama en pijama y con las pantuflas puestas por la mitad. De la otra habitación se escuchó: Abrigatee! Era Mamá que ya venía en camisón por el pasillo y no se iba a perder el show.
Tal vez para corroborar que el nuestro era «el más churro» de todos en la grilla.
En cada hogar de Argentina pasaba lo mismo, creo que nunca habíamos madrugado tanto desde Japón 79 para ver a Diego y a Ramón.
¡Ahora corría el Lole! y esa era una cita ineludible para todo aquel que sienta la celeste y blanca en el corazón.
Al llegar a la cocina la pava ya lista y un plato con facturas todavía tibias nos hacían sentir en la mejor tribuna del mundo.
Los autos eran todos hermosos y distintos, además de fáciles de reconocer.
Los Ligier me podían, Lotus, Brahbam, Williams, Ferrari, Arrows, Alfa Romeo, y los Renault amarillos que venían con una novedad, el turbo.
Vamossss ! Cada uno en su silla ! Que arrancaaaa ! Había que ocupar los lugares desde que ganamos en Mónaco, eso traería suerte !!!
Gritábamos! Nos parábamos! Insultábamos! Rezábamos y llorábamos!
Lole nos llevó a la elite del mundo desde que el Chueco había puesto la vara por las nubes, y eso fue fantástico…
Hoy la noticia de Franco, para los que vivimos esa época promete hacernos vivir algo que recordamos con mucha nostalgia.
El Domingo no tuve a nadie que me levante, ni que me compre facturas. Tampoco un hijo fierrero, eso se lleva en la sangre y no lo quise despertar.
Pero la pava estuvo lista y las facturas en el plato.
Colapinto no es Reutemann. Él hará su propia carrera y ojalá le salga bien. Ya arrancó mucho mejor de lo que todos esperábamos.
A propósito, Mamá ya me dijo el otro día coincidiendo con su comentario de hace 40 años. «El nuestro, es el más churro de todos eh!»
Textos: © Christian Henrik
Fotos: © Unknown
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