PROYECTO#35 RESTAURACIONES FORD MUSTANG FOX BODY
Tomas Rigani y su hermoso Ford Mustang Fox.
Comenzando por una pequeña introducción, me llamo Tomas Rigani tengo 22 años y soy de Necochea las mejores playas argentinas. Mi familia y yo somos muy apasionados por el futbol, específicamente fanáticos de River Plate, sin embargo, yo soy el mas apasionado por los autos. En la familia tuvimos una colección de clásicos bastante diversa, entre ellos, Plymouth Barracuda 63, Mercedes Benz SLC 350, BMW 320 1980, Coupes Torino, algunas Dodge GTX V8 y varios Ford Fairlane LTD entre otros.
Todo comenzó para mi cuando conocí el Mercury Capri – ver también -, el cual mi papa era el dueño. Un auto que tuvimos por 13 años desde mi niñez hasta mi adolescencia y que nunca dejó de gustarme. Al finalizar el secundario mi papá me lo regalo, pero debido a situaciones y realidades económicas, el auto se deterioro mucho por cuestiones de uso personales y laborales, a tal punto que nunca llegué a utilizarlo, solo apreciarlo parado en un rincón de la cochera.
Inicio
A partir de allí me propuse a restaurarlo y poder disfrutarlo nuevamente con mi familia. A pesar de los grandes esfuerzos y de trabajar temporadas enteras solo para el auto, jamás podía llegar a solventar lo que costaba una restauración de esa magnitud, así que opte por buscar algo similar.
Ya finalizando mi temporada laboral 2020 conseguí en Mar del Plata mi primer auto, un Ford Mustang Ghia Fox Body 1980 2.3 turbo, chocado, deteriorado, sin luneta pero muy sano en su interior. Recuerdo muy bien que fue un 13 de marzo de 2020 días antes de que se decrete la pandemia covid19 y el aislamiento obligatorio. – ver también –
Había cobrado mi último sueldo ese mismo día ($26.000) aclaro el precio porque el auto valía $30.000, por lo que, esto es lo lindo de la anécdota; Sin dudarlo, le comenté a mi papá sobre el auto que había visto y a la mañana siguiente salimos hacia Mar del Plata en busca de el Ford Mustang Fox. – ver también –
Era una incertidumbre porque yo no tenía esos 30 mil, así que íbamos a ver qué pasaba luego. Por suerte el vendedor acepto ese dinero entendiendo mi entusiasmo, pude comprarlo y así traerlo a mi ciudad para comenzar a restaurarlo. A partir de allí, fue todo entusiasmo, dedicación, por momentos resignación y frustración constante, ya que todo lo que trabajaba o el dinero que ganaba, lo invertía 100% en el auto, sabiendo que muchas veces era insuficiente, así que consiente de eso me tuve que desprender de cosas valiosas para mi, aunque sabiendo que era por una buena causa. – ver también –
La restauración
La restauración del Ford Mustang Fox me llevo 1 año y 9 meses, algo que parecía ser 3 meses se convirtieron en casi dos años. La idea fue dejarlo lo más original posible, ya sea en el interior como en el exterior, aunque le hice algunos agregados de la época como el alerón que traía el modelo Cobra.
Al Ford Mustang Fox se lo desarmó integro, solo quedo el volante y a partir de allí se comenzó por remplazar piezas feas y oxidadas. Se pusieron paneles nuevos, chapa, pisos y zócalos, todo nuevo.
Motor se rectifico a nuevo también. En cuanto a la pintura tuve la suerte de conocer un hombre jubilado que tenía un taller de restauración en Alta Gracia, vendió todo y se vino a vivir a Necochea, así que le entregué el auto a ese hombre “abuelo José” como lo llamaba yo y él se encargó de todo, hasta el último detalle. La pintura partimos de la base de un “naranja boreal” y lo fui personalizando a mi gusto.
Una vez finalizado el auto, la satisfacción que sentí fue inexplicable, era ver el resultado de mucho sacrificio, y no solo mío, sino también de mi familia, de mis padres, hermanas y primos que siempre estuvieron al pie del cañón para brindarme cualquier tipo de ayuda.
Hoy en día el Ford Mustang Fox se usa los fines de semanas en lo posible, lo disfruto con primos y amigos y eso es lo que más satisfacción me genera, poder compartirlo con la gente que quiero y que además siempre estuvo en este proceso.
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